
Cuando los helechos se mueren
Mariana Narváez
Mariana Narváez creció en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y estudió la licenciatura en Diseño de Interiores en la Universidad de Monterrey (UDEM). Su acercamiento a la escritura comenzó con la creación de cuentos cortos y su participación en talleres de creación literaria. Dos de sus cuentos fueron seleccionados para su publicación en las antologías de Editorial Escalante, y formó parte de la presentación de la antología Cuentos de amor y deseo en el Palacio de Bellas Artes.
En 2023, autopublicó el poemario Ciento veintiún noches sin dormir, una colección de poesía sobre el amor y el desamor. En junio de 2024, publicó de forma independiente su primera novela, Cuando los helechos se mueren, una historia sobre un corazón roto y el proceso de sanación.
Actualmente, escribe poesía inspirada en la nostalgia, la mujer y el amor bajo el seudónimo Migajas de Ayer. En años recientes, dirigió un taller de poesía inspirado en el café. Cuando no está escribiendo, disfruta de la lectura. Vive en la Ciudad de México con su gata Nina, sus libros, su colección de tazas y sus plantas.
Conoce a la Autora

Reseña
Por Viviana Orozco
Cuando los helechos se mueren
Mariana Narváez
A más de una persona le comenté en la primera semana de febrero que mi mente y corazón necesitaban un libro de apapacho, para poder respirar después de los libros tan intensos que había leído en enero (con el pretexto de evitar el tema de los eventos que emocionalmente me tenían un poco abrumada). Días después, a mi casa llegó un paquete envuelto en el papel más bonito, lleno de dibujos de barcos de papel, un fantasma y helechos.
Mariana Narváez me había hecho llegar su libro Cuando los helechos se mueren, directamente desde la Ciudad de México, entregado en mi casa en Guadalajara.
Este libro se ha convertido en uno muy especial por tres razones:
- Es el primer libro que me comparte su escritora para reseñarlo y conversar sobre él en el podcast. El contacto con Mariana fue porque se interesó en estar en LibrosxEllas, lo cual me llena de honor y emoción.
- Mi corazón y ánimo llevaban días muy apachurrados, y leer las líneas que Mariana plasmó en ese precioso libro de colores pastel fue el apapacho y el acompañamiento perfecto para acomodar varias piezas que estaban muy flojas.
- Me inspiró a revisitar el borrador de mi propio manuscrito, el cual llevaba varios meses guardado en su carpeta, siendo víctima de mi propio terror a seguir dándole vida a esa historia que me taladra la cabeza.
Así bien, comencé a leer Cuando los helechos se mueren el viernes 7 de febrero del 2025 por la tarde, sumida en cólicos, acompañada de mis perros y una cantidad de té de menta del tamaño de una presa entera. Desde la primera página, algo en mí conectó con la narrativa suave y fluida de Mariana, quien, con atmósferas atrapantes, logró llevarme a las calles de una ciudad que, aunque sin mencionar su nombre, me llenó de ese característico clima nostálgico que tienen ciudades tan grandes como la Ciudad de México. Una historia donde la vulnerabilidad del personaje se abre sin miedo a exponerse y mostrar todos sus matices, sus dolores, su muy particular sentido del humor y las distintas etapas que se viven ante una situación tan emocionalmente caótica como lo suele ser tener una ruptura amorosa y vivir con el fantasma que deja un corazón roto.
La historia que Mariana narra nos hace cómplices de todas las sensaciones, emociones y pensamientos que transita en el periodo en que experimenta la presencia del fantasma de un amor tan importante que se queda a vivir en los espacios y los momentos que nos pertenecen, que le pertenecen a esa historia. En la historia ella tiene el corazón roto, pues la persona que creyo sería el amor de su vida, resulta ser su peor error.
Mi experiencia al acompañar las palabras de Mariana me llevó a conectar con mi propia nostalgia, con mis propios fantasmas, esos que me sigo encontrando de vez en cuando en mis paseos por ciertas calles, en el interior de algunos cafés, en viajes a ciertas playas, en noches llenas de estrellas.
Puedo confesar, desde mi humilde trinchera de famélica lectora, que el libro se me pasó como agua por la garganta de quien cruza un desierto: rápido, sin obstáculos. La obsesión de mis ojos y dedos por terminarlo se hizo incontrolable, llevándome a que mi misión de ese domingo por la mañana fuera cerrar el libro con su última página , llenando así mi corazón con calidez, nostalgia y esperanza.
Fue sumamente esperanzador saber que aquí estamos, las que amamos demasiado, las que le damos significado a los símbolos que vamos encontrando en los libros, en los momentos compartidos. Que consuelo tener la certeza de que la esperanza vive, y qué refrescante darse cuenta de que vive porque el amor nace de nosotras, por nosotras y hacia quienes se nos acercan.
Gracias, Mariana, por compartir tu historia y por llenar con tus páginas mi biblioteca y mi esperanza.