¿Como vivimos el M8 del 2025? Sensaciones, emociones y reflexiones en comunidad.

El sábado fue 8M y como cada año aliste mi cartel, mis tenis, mi playera morada y salí a tomar la calle con miles y miles de mujeres que como yo queremos que ninguna vuelva a sentir miedo , a exigir nuestros derechos y a tener una vida plena.  Cada vez somos más las que conformamos parte de una marea de rugidos, de compañerismo, de historias y vivencias.

Hoy  este espacio es para Ellas, para que nos cuenten sus vivencias, su experiencia, sus emociones al vivir el 8M, siendo su primera o su séptima marcha, incluso  sin haber asistido. Porque el 8M se vive desde distintas trincheras, todas igual de importantes, todas igual de válidas. Gracias a todas por compartir sus reflexiones, por ser valientes , por ser fuertes y por luchar por el cambio.  Esté artículo tiene a distintas autoras a las que siempre les voy a agradecer su confianza y que ahora también son parte de EllasxElla 

Andrea. 27 Años

Primera marcha a la que voy, iba muy nerviosa, fui con mis 3 amigas y mi prima, fue una experiencia super bonita y empoderadora.

PRIMERA MARCHA

Paloma García

Yo si quiero, fue mi segunda marcha, pude convencer a mi mamá de ir, fue super especial ver como sintió y lo mucho que nos acercamos. 

SEGUNDA MARCHA

Lupita. 21 Años

Nunca me he animado a ir, pero cada vez me convenzo más de lo importante que es, espero poder ir el próximo año.

NUNCA HA IDO A UNA MARCHA

Raquel

Me dio mucho fomo, porque no pude ir, pero espero el próximo año poder ir con mi chiquitita.

NUNCA HA IDO A UNA MARCHA

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La marcha del 8M caminada desde ojos privilegiados.

Caminar entre todas estas mujeres por primera vez me abrió los ojos. Siempre me repetía a mi misma que era un gran acto de valentía que todas estas mujeres lucharan, gritaran y destruyeran por la causa que representa ser una mujer libre y segura.
Una mujer con vida y sin miedo.  “Que bueno que marchen”, me decía, solo yo no me inmutaba por hacerlo también, no por falta de empatía, sino por sentir que yo no tenía nada porque marchar.
Hay miles de historias de abuso. Yo no tengo ninguna. Si marcho soy hipócrita, soy histérica. Es la mejor causa que existe, pero no es mi causa, porque vivo en privilegio. Vivo con una familia que me nutrió y me cuidó. Tengo amigos y familiares que fueron bien educados y son personas respetuosas.
Nunca ha existido violencia en mis relaciones, pero ayer me di cuenta que aunque no haya vivido lo que la mujer de a lado vivió, aunque no haya perdido a mi madre, a mi hermana, a mi hija o a mi amiga, si a alguna mujer le pasa, entonces por extensión, también me pasa a mí, y le pasa a las que me rodean.
 
También es mi derecho exigir justicia por las que ya no están, caminar y gritar por las que aún están aquí, pero estuvieron a nada de ya no estarlo. Y sí, soy privilegiada, no porque nada nunca me haya pasado, sino por haber aprendido a ponerme en los zapatos de las demás mujeres que si les pasó. Si, en tu privilegio sientes que la marcha del #8M no es tu causa, te invito a que el próximo año camines 1 km con todas esas mujeres. Te aseguro cambiarás de opinión. Te aseguro que al igual que yo, tu memoria se va a refrescar dándote cuenta de que en pequeña o grande medida también te ha pasado algo a ti, y no eres una histérica por pedir que las cosas cambien.

P.D.  Teresa Adona.

Tu voz, que ya no está, se convierte hoy en mis palabras. Mi privilegio también está manchado por tu ausencia.

 

Con este, han sido tres años en los que he decidido marchar. La primera vez, predominaba el miedo de pararme en medio de esa marea morada; la segunda, fui más decidida, aunque aún con dudas sobre cómo hacer escuchar mi voz. En esta tercera, me sentí más unida, más cercana, más presente con todas las que me rodeaban.

Estar en medio de esa marea es vibrar con todas las emociones: enojo, frustración, miedo, coraje, dolor, desesperación, pero también unión y fuerza. Conforme iba leyendo cada letrero, mi voz se hacía más fuerte y mis ojos se llenaban de lágrimas no solo de dolor, sino de una profunda conmoción; porque no solo venimos a marchar por nuestra historia, sino por cada historia oculta entre secretos, cada historia descalificada, cada voz silenciada, por cada generación de mujeres y por aquellas que no cuentan con los mismos recursos.

Estar ahí es reconocer el privilegio en el que puedo encontrarme, la posibilidad de alzar la voz cuando tantas no han podido hacerlo. Quiero seguir marchando y dando voz a esas luchas de todos los días; para que mis amigas, mi hermana, mi mamá, mis consultantes, las niñas y todas, puedan sentirse seguras, escuchadas y validadas.

Quiero que, desde mi labor como psicóloga, pueda acompañar a mujeres neurodivergentes, creando espacios seguros de escucha y validación. Porque su bienestar, su derecho a ser escuchadas y su dignidad también forman parte de esta lucha.

¡Hola! Mi nombre es Paulette, tengo 34 años y esta fue mi 9na marcha.
Experimentar violencia laboral en el 2014 me llevó a unirme a colectivas feministas que me invitaron a marchar.
En ese año y los siguientes marché por mí y por las mujeres que hemos vivido violencia laboral, en el 2021 marché por mi prima víctima de desaparición forzada y feminicidio. Ahora sigo marchando por eso y porque creo firmemente que las mujeres tenemos que despertar y sembrar primero en nuestros corazones la urgencia de organizarnos y de ser sororas porque con los brazos cruzados no podremos construir el México libre y justo que merecemos.

Para las mujeres que me están leyendo, marchar no es un trendingtopic, ni un evento exótico al que acudir para arrasar nuestras redes de un evento “cool”. He visto a muchas mujeres que vienen un año y otro se retiran porque tuvieron un evento más cómodo, no hay que distraernos, tenemos que organizarnos, vamos todas vamos juntas.

¡Hola! Soy Marlene Fernanda, tengo 33 años y te preguntarás cómo llegue aquí – inserta foto de la marcha del 8M-

Retrocedamos un chingo. Nací en una familia rodeada de mujeres muy interesantes, inteligentes y amorosas. Mis abuelitas siempre han sido las personas más bellas conmigo, siempre me hacen sentir amada, escuchada y admirada.

Desde niña, la vida de mis tías me parecía fascinante; una era maestra, otra viajaba por el mundo, otra era dentista, otra cocinaba cabrón, otra dibujaba increíble, otra tenía una facilidad para hacerme sentir que todo estaba bien con solo platicar, otra se levantaba a las 4 am para poder ir a la escuela y otra se mudó Mérida para intentar encontrarse; y obviamente, está la que fue mi primera mejor amiga, mi mamá. Si la tuviera que definir en una palabra sería “magia” porque eso es lo que ella es.

Todas y cada una de ellas son increíbles y es por eso que mi corazón se rompía a cachitos cuando al ir creciendo, descubría algunas de las historias de horror por las que pasaron. La violencia tiene tantas variantes que parece que las coleccionamos como estampitas y eso ya me tiene HARTA.

En mi familia no se “acostumbra” ir a marchas de ningún tipo y si a eso le sumamos lo que se comparte en los medios masivos, obviamente sienten preocupación de que las cosas se puedan poner muy peligrosas, pero el año pasado yo no podía dejar de ver lo que se compartía en redes sociales, y aunque varias veces se me salieron lagrimitas sabía que el siguiente año tenía que ir.

Fue así que llegó el 8M de 2025, con mi cartulina morada, plumones y reunida de mujeres a las que acabo de conocer. Pasé varios días pensando cuál era el mensaje que me acompañaría en esta marcha, mi primera marcha, al final, mi cartel decía: “Vine a gritar lo que a mi mamá, tías y abuelas hiciste callar”. Pensé en ellas cada que alguien me pedía foto de mi cartel, pensé en ellas mientras gritaba cada consigna, pensé en cómo el amor hacia todas ellas me dio la fuerza de ir.

He de confesar que tenía mucho miedo del golpe emocional que pudiera resultar, porque una vez que decides ver la realidad en la que vivimos las mujeres, no se puede olvidar. Mi sorpresa fue descubrir que más allá de llegar a sentir impotencia, me di cuenta de que, como dirían las 6 de copas, somos un chingo. Somos un chingo de mujeres las que estamos cambiando este sistema cuestionando nuestro entorno, levantando la voz cada vez más y perdiendo el miedo a ser nosotras mismas.

Estoy convencida de que ir a marchar le dio paz a mi corazón y te invito a que vayas el siguiente año, pero más allá de ir al 8M 2026, me gustaría que desde hoy te atrevas a ser tú, con toda la grandiosidad y libertad que eso implica; no te digo que sea algo fácil, pero con ello estarás cambiando nuestro mundo, que será mucho más bonito al verte brillar.

Este fue el segundo año en el que tuve la oportunidad de ir a la marcha, ya que anteriormente no había podido. El año pasado fue la primera vez que asistí y fui con mi mamá y mi hermana. Este año fui con mi hermana y mis amigas, y estuvo muy bonito.

Este año, la presidenta asignó exclusivamente a mujeres para proteger la marcha, lo cual puede ser un tema polémico, pero, honestamente, yo me sentí mucho más segura teniendo a policías mujeres, a diferencia del año pasado, cuando había policías hombres resguardando la marcha.

Mi testimonio es que llegamos, nos encontramos todas juntas y comenzamos a marchar junto con las demás chicas. Mi hermana llevaba un letrero que decía: “Dile a tu hija que no fue su culpa”, y fue un momento muy emotivo. En algún punto, una chica colocó una cartulina enorme que decía: “Pon el nombre con apellido de tu agresor” y dejó marcadores para que otras pudieran escribir. Mi hermana solo pasó de largo, pero yo me regresé para escribir el mío. Tomé el marcador y puse el nombre de mi agresor: Ángel García.

Mi hermana solo volteó a verme y comenzó a llorar. Cuando terminé de escribir el nombre, me acerqué a ella, y entre lágrimas me dijo: “No sé dónde estaba yo cuando eso sucedió, pero ahora sé que estoy contigo y con mis hermanas para siempre”. Fue un momento extremadamente emotivo, porque todas lloramos juntas: ella, yo y mis amigas.

Si no fuera por esa marcha, probablemente, así como en mi caso, nadie sabría de los demás. Mi hermana no sabía lo que me había pasado, y es algo muy extraño, porque no puedo evitar pensar en todas las mujeres: amigas, hermanas, primas, madres, compañeras de trabajo, que han vivido algo así y ni siquiera lo sabemos.

 

Asistí a mi tercera marcha por el día de la mujer el pasado 8 de Marzo, esta marcha resultó especial para mí ya que fue un momento en el que muchos de mis miedos e inseguridades pasan a segundo plano por el espacio de calidez, vulnerabilidad, fuerza y determinación que evoca en mi estar rodeada de mujeres tanto conocidas y que forman parte de mi círculo de amistad así como tantas otras que sin importar la edad o el desconocimiento de sus nombres me percibo segura y acompañada por ellas, alrededor de 3hrs de gritar consignas que a través del ritmo, discurso y hasta humor se reafirman verdades que nos afectan como mujeres, el dolor propio y de otras historias se hace palpable pero también el consuelo y la esperanza de que existen cambios y puede haber más, reflexiono que más allá de los vidrios rotos o pintura que se vislumbra en los muros después de la marcha, la experiencia que como colectivo y como mujer experimentas es la que permanece y por eso la considero tan necesaria, agradezco poder ser parte de este movimiento y ser testigo con mi amigas y conocidas de ello.

Soy Pau Soto y me gustaría compartir que la marcha 8M de este año fue mi séptima marcha. Cada una de las veces que he tomado la calle en compañía de miles de mujeres ha sido especial y única, he podido marchar en compañía de mujeres que son muy especiales para mí. Este año no fue la excepción y aunque del grupo que éramos conocía a menos de una quinta, esta marcha fue sumamente poderosa. 

En esta ocasión, a través de un proyecto cultural que tengo llamado Entre lectoras y un círculo de lectura que fundé llamado Feminam lectio, colaboré con Leyendo mujeres y Cooltura Activa, otros círculos de lectura de mujeres que leen a escritoras con la intención de hacer un grupo de lectoras y hacer un pronunciamiento mediante un manifiesto que se hizo sobre la importancia de leer a autoras. Ante la convocatoria que compartimos en redes sociales, se formó un grupo de aproximadamente 50 mujeres que no nos conocíamos, pero que eso no importó porque al momento de caminar de la Glorieta Minerva a Plaza Liberación, nos convertimos en el espacio seguro de las demás y en un espacio de resistencia que me es difícil de explicar, pero que sin duda fue un acto que nos marcó a todas. 

Creo que el 8M se debe vivir todos los días, más allá de un solo día. Considero que debe ser una lucha constante, un movimiento que trasciende una sola fecha y haciendo comunidad entre nosotras, tomando acción ante las desigualdades y violencias que vemos y actuando de diferentes formas de resistencia, podemos avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa.

Quise hacerlo, un silencio interno me lo pedía a gritos, tenía dudas y miedos por lo que fuera a suceder en el trayecto de la marcha, pero al saber que iría acompañada por el colectivo Entre Lectoras fue lo que me mantuvo sostenida y segura.

Mi primer 8M, me dio el valor que necesitaba para afrontar situaciones incómodas que antes creía que eran normales… gracias al movimiento 8M me ha permitido visibilizar y ser más consciente sobre el acoso y lo golpeada psicológicamente que he estado.

Lo vivido en el movimiento 8M fue sólo el principio de una gran historia por cambiar hacia un bien común. Invito a todas las mujeres que por lo menos una vez en su vida experimenten y se integren al movimiento 8M, surgen cambios cuando la voluntad se llega a sumar 💜💜💜

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